Un hecho que muestra el formidable beneficio del derecho a la información en una persona es el de un preso con derecho a la preliberación por buen comportamiento, quien finalmente fue atendido por las autoridades competentes y, posteriormente, liberado gracias a una resolución del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), la cual obligó a que se entregara su expediente personal y rescató del olvido su petición. Que una mujer en condiciones de extrema pobreza demande los beneficios a los que es acreedora, con su familia, en el marco de un programa gubernamental de subsidios, porque solicitó información desde un punto apartado de la sierra veracruzana es otro ejemplo del poder resarcitorio para una familia pobre del derecho a saber. Que adolescentes sean tomados en cuenta para definir reglas que mejoren las condiciones de seguridad en sus escuelas, con la finalidad de que se deje atrás el abusivo tocamiento cotidiano so pretexto de evitar armas en las aulas muestra que las relaciones entre las autoridades y la gente pueden equilibrarse, y que derechos fundamentales pueden defenderse cuando las personas están informadas.
Además de impactar positivamente en la vida de personas totalmente desprovistas de influencia o recursos de poder, lo cual ya tiene gran valor en sí mismo, el Proyecto ifai-Comunidades logró, en palabras de los autores de este libro, “que se alcanzaran destacados niveles de apropiación del derecho de acceso a la información por parte de los beneficiarios del proyecto, entre quienes hubo una alta proporción de indígenas, mujeres y en general personas con bajos niveles de instrucción escolar”. En esos entornos sociales, el uso del derecho de acceso a la información sirvió de base estratégica para el ejercicio de otros derechos, como la educación y la salud.
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